La carrera inicia su itinerario de unos 14 km que discurre en su totalidad por una sinuosa carretera de montaña, flanqueada a ambos lados por tierras de cultivo o monte con predominio de pinos entre los que se intercalan carrascas, matas rubias y otros arbustos en un entorno paisajístico de gran belleza.
Paralela a la carretera, discurre el cauce seco de una rambla, que otrora fuera el camino de la carrera, haciendo el recorrido más penoso y peligroso; especialmente, si se desataba una tormenta como ya sucediera en alguna ocasión.

En el transcurrir de esta marcha hay tres paradas oficiales: la Cruz del Pardalejo, La Rambla y el Puente de la Solana. A la llegada de cada una de ellas los andarines descansan, siendo obsequiados con bebidas refrescantes por la muchedumbre que se ha ido apiñando en el lugar con la esperanza de besar al Santo.

La llegada a Peñas se dará al filo de las ocho de la tarde. Otra enorme multitud espera en la “Cruz del Santo” la llegada de los andarines con el Cristo.

Suenan atronadores aplausos y vítores repetidos, después, un respetuoso silencio aguarda el momento en que el Cristo, una vez sacado de su caja y puesto sobre sus andas, recibe el cariñoso abrazo de su Madre, siendo saludado por las notas del Himno Nacional. Luego, lentamente, será transportado en procesión hasta la iglesia parroquial, donde permanecerá hasta finales de agosto.

 

 

Son las siete y media de la tarde del veintisiete de agosto, las campanas llaman a los feligreses al “último rezo” (novena). Se prepara la despedida del Cristo que durante unos meses ha estado en la iglesia parroquial de Peñas.

La imagen sale en procesión desde la iglesia para recorrer las calles del pueblo, acompañada por los fieles en sentida manifestación de fe.

A las seis de la madrugada del día siguiente se oficia la solemne misa de despedida oficial al Santísimo Cristo del Sahúco, que es concelebrada por varios sacerdotes. Se continúa con la procesión del Santo hasta la Cruz, situada a unos 500 m del pueblo. De nuevo vítores y aplausos servirán para despedir al Cristo del Sahúco mientras empiezan a aparecer los primeros rayos del sol. El Cristo del Sahúco prepara el retorno a su santuario en su caja. Suenan repetidos los últimos vítores y aplausos. Se escucha la voz del santero: —¡Palmas gandules!...

Los mozos inician su carrera, recogiendo durante su recorrido a los numerosos andarines que se han adelantado a la salida del Santo para reagruparse en el Puente de la Solana (primera parada). Momentos más tarde se reanuda la marcha hacia el Sahúco. Muchos son los coches que acompañarán a los andarines en el recorrido.

En Peñas, la multitud regresa en procesión acompañando a la Virgen Dolorosa hasta la parroquia. Allá, en el santuario del Sahúco, se irán agrupando horas después numerosas gentes en espera del regreso del Cristo a su casa.

 

 

 

Patrona de Peñas de San Pedro, su fiesta se celebra el día 18 de diciembre.
Posiblemente la devoción a la patrona se remonte a los tiempos cuando la población residía en lo alto del castillo, por el siglo XV o XVI. Recuperada recientemente, la celebración consiste en una misa que finaliza con la salve cantada. Es tradicional la visita a los enfermos, a quienes se les entrega un presente en recuerdo de la celebración de la patrona.

Finalizada la festividad religiosa todos los vecinos y visitantes se reúnen en torno a una “cuerva” popular y unos aperitivos para confraternizar.

 

 

El Corpus Christi o día del Señor; festividad religiosa que popularizó el papa Clemente V en el siglo XIV, se celebra en Peñas el domingo siguiente al de la Santísima Trinidad (antiguamente se celebraba el jueves).

Los preparativos se inician por la mañana con el engalanamiento de balcones y ventanas; se levantan altares a lo largo del recorrido de la procesión por calles y plazas del pueblo. Alfombras de cantueso, mejorana y tomillo cubrirán las calles esperando su paso.

Por la tarde dará comienzo la solemne procesión con el sacerdote que transportará la custodia bajo palio, al tiempo que los niños y niñas que han tomado la Primera Comunión ese año serán acompañantes distinguidos en la procesión. Las niñas portarán canastillas repletas de pétalos de rosa que arrojarán al paso de la custodia.

Los acordes del Himno Nacional saludarán su salida del templo parroquial mientras una lluvia de pétalos son lanzados al aire acompañados de cánticos sagrados.

El sacerdote irá parando en cada uno de los altares del recorrido, y después de breves oraciones impartirá la bendición al pueblo mientras nuevas lluvias de pétalos olorosos saludarán la custodia.

 

 

Tarde noche de un 12 de diciembre de un año cualquiera en Peñas de San Pedro.

Los habitantes del pueblo tienen preparadas sus “luminarias”, que serán consumidas por el fuego en el anochecer de este día, víspera de santa Lucía, abogada de la vista. Ya de mañana son muchas las gentes que salen al campo para traerse su haz de romeros o bojas para quemar en la “luminaria”
–hoguera– de la noche. Otros traen cargas de ramas de pino verde.

En plazas y calles van apareciendo las luminarias: montones de leña verde –“cuanto más humo salga, mejor”– sin que falten a veces maderas o muebles viejos que han de arder entre el jolgorio de los más jóvenes y las miradas complacientes de los mayores.

Se inicia el encendido de las hogueras al toque de campanas; familias y amigos se reunirán alrededor de su luminaria preferida, saludando con vítores a la Santa, y suplicando a la misma que les proteja la vista. Después de los primeros momentos, se impone la visita a otras “luminarias”.

Los más jóvenes y atrevidos demostrarán sus cualidades atléticas y su valor, saltando por encima de las hogueras entre el humo y las llamas. Algunos sufrirán ligeros chamuscones y todos sentirán el lagrimeo de sus ojos a causa de las bocanadas de humo al impulso del soplo del viento.

La fiesta continuará durante gran parte de la noche cuando ya consumidas las luminarias por la voracidad del fuego, sea el momento indicado de probar la zurra y el aguamiel. Las mujeres mayores jugarán la tradicional perejila, los hombres se juntarán para la partida de julepe mientras los más jóvenes bailarán hasta bien avanzada la noche, incluso hasta que los primeros albores de la Aurora indiquen la llegada del nuevo día.